lunes, julio 11, 2011

Cuponizá tu vida

Retomando.
El jueves hizo un año que volví de Berlín. Empecé a pensar cómo viví esos doce meses. La cuenta es simple: casi 4 meses sin trabajo + 8 meses trabajando como redactora creativa en Cupónica.com.
Alguien me dijo, cuando mi tema de conversación era el desempleo, que conseguir el trabajo que uno quiere lleva tiempo. "A un amigo mío, por ejemplo, le llevó un año", me dijo. ¡¿Un año?! ¡¿Vos me estás diciendo que le llevó 12 meses conseguir el trabajo que quería?! O sea, ¡¿365 días sin hacer lo que le gusta?! Si, uno puede medir el tiempo en la forma que prefiera. Por lo general, cuando estás sin trabajo, todo parece larguísimo. Y cuando conseguís trabajo, sentís que el tiempo vuela, y ya te ponés viejo para hacer lo que querías.
El 2 de noviembre empecé a trabajar en Cupónica.com. Me pasó el laburo Jesi, una amiga de la facultad. Ella se iba a trabajar en el portal de Canal 24 Noticias. Envidia. Obvio. Se iba a hacer periodismo, yo, a trabajar en marketing. Odio el marketing. Me parece un cáncer. Bueno, es un trabajo. Bueno, está bien. Las voces en mi cabeza discutían durante el viaje en colectivo.
Somos un start-up (esa palabra la aprendí en OEI, 4° de la Facultad), me dijo Diego, una empresa chica de 12 empleados. Empecé a trabajar a los tres días. Escribir sobre celulitits, sobre plataformas vibratorias, sobre ofertas en peluquerías. Uñas esculpidas. Sushi. Alisado definitivo. Sushi delivery. A veces ya no sabía sobre qué escribir. Además, tenía a cargo las imágenes. Todo para mañana, por favor. Mucha presión. Excelentes personas trabajaban al lado mío. Alexia era mi jefa. Lety era agente comercial, igual que Flor. Las coordinaba Albert. Ceci era atención al cliente. Max y Diego, CEOS. Dante y Pablo, programadores. Eso era Cupónica al principio. Una vez me fui de la oficina, enojada, porque no me pasaron el material. Estaba todo escrito, y yo lo había escrito de cero sin saber. Otra vez se cayó la propuesta a las cinco de la tarde. Me subió un calor a la cara, me puse roja y me fui a sentar afuera. En diciembre se unió al equipo Carla, agente comercial. Siempre se quejaba de que no le avisábamos cuando pedíamos comida. Le costó acostumbrarse que en realidad no le avisábamos a nadie: entre dos mesas redondas coordinábamos bastante bien a la misma hora todos los días. En enero entró Gaby, otro agente comercial. Trajo un deal para hacer alineación y balanceo por 30 pe. Algunas tardes nos hablaba de sus hijas. Tiene dos nenas, la más grande tiene cerca de 11 años y un Facebook monitoreado. Ese fue un gran mes. Se unióSol. Yo llegué a la oficina y ella estaba sentada en una silla de la otra mesa. "¿Vos sos la diseñadora?", le pregunté contenta con la promesa de hace meses. "No, bueno, todavía no", tenía cara de vergüenza. Estudiaba Diseño de Indumentaria, pero había entrado para hacer trabajo adminsitrativo. Se iba a ocupar de Pagos. Ceci respiraba un poco.  Entró Mery 2 (yo pasé a ser 1), diseñadora, referente de moda cool y genia total. El primer deal que hizo fue Suspensión Ricky, el de Gaby, que todavía me da risa el nombre.
Empezamos a hacer más acciones de marketing, agitar el Facebook. Salimos con Volta. Yoghurt helado Top It se usó hasta el cansancio. Empecé a aburrirme de escribir siempre sobre las mismas cosas. Y me tuve que reinventar.
Recién ahí descubrí la redacción creativa. En mi mente, una idea: hay muchas páginas de descuentos, ¿cómo podemos hacer para que la gente se quede más tiempo en la nuestra? Si bien el objetivo número uno es vender cupones y facturar (oh Yhavhe no permitas que suceda lo contrario), las funciones de Cupónica, a mi parecer, iban más allá. Da a conocer una marca y promociona su nombre, su Facebook, su página web. Cuanto más tiempo estuviera un usuario en nuestro sitio, mejor para nuestros clientes (los comercios). ¿Cómo llamar su atención? Vamos a contarle historias. Así fue. Empezaron a publicarse historias delirantes, con personajes estrambóticos, de nombres raros, a los que le pasaban cosas alucinantes. Raimundo Rogelio Contratiempo, Mecha Marchante (la de las mechas mechudas), Perla Pulidospimpollos, la pareja Ricoeur-Pompidante y hasta el monstruo del lago Ness y Nahuelito protagonizaron historias de no creer. Empecé a pensar acciones de marketing, cosas que hicieran participar a nuestros usuarios. Los relatos se empezaron a explotar más cerca de mi partida.
Las posibilidades reales de irme se dieron a partir de enero. Ese mes puse algo muy copado en la carta de presentación en ZonaJobs y conseguí una entrevista en Turner para trabajar en Cartoon Network. Fue la única vez que uno de esos medios online me rindió. Otra entrevista: para una fundación. En febrero ya sentía el desgaste de trabajar en la actividad comercial y empecé a buscar activamente otra cosa. Decenas de mails por día. Otra entrevista: Xaga, una agencia de publicidad (los de Mamá Luchetti). Entusiasmo y emoción. Pero tampoco iba a ser el camino. Disney, coordinadora de contenidos digitales. Muy buena entrevista, me quedaba a 20 cuadras de casa, pero no daba el perfil.
Me desesperaba, me ponía de mal humor, contestaba mal, mi jefe me preguntaba si estaba indispuesta. Todo eso, y mandar muchos mails por día. Muchos hasta enviarle un correo a Carolina Sturla, mi amiga de taller de escritura.

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