viernes, mayo 28, 2010

Padre

Padre nos enseñó una tarde de lluvia en Mar del Plata a comer medialunas con café con leche, bajo el ceño fruncido de Madre.
Padre me dijo que el calamar siempre se iba a acordar de mí porque yo lo devolví al mar en vez de llevarlo en la lata al depto de Palermo.
Padre nos contaba historias de la comisión geológica, de camionetas que se encajan con la crecida del río y hombres que se persiguen con hachas por el campamento.
Padre decía que tenía un ratón en el brazo, y el ratón se movía en serio.
Padre me contó que hubo un tiempo que no sabía qué hacer, porque yo tenía sólo 5 años y era refractaria al reto.
Padre me dijo una vez que tenga fe, pero fe en mí, cuando yo no entendía qué era eso de dios que me decían en el colegio.
Padre mira conmigo series documentales sobre África del Norte que hizo un gringo.
Padre intenta explicarme porqué alguna vez fue peronista, y ahora no sabe qué es.
Padre me preguntaba con cada turno de exámenes "¿Y cómo vas con el promedio?"
Padre me trae flores para santa María.
Padre practica conmigo el arte de la discusión, y cuando se queda sin argumentos dice "es para pelearte no más que te lo digo".
Padre tiene altas chapas.
Padre pregunta "¿Y tu hombre cómo anda?" cuando quiere saber de Diego.
Padre me dijo que su padre le decía que le hubiera gustado tener hijas, porque las mujeres no se van de la casa.
Padre se despide en Skype y me dice que me extraña.
Padre es para mi Veje.
Veje cumple hoy 55 años.










Veje,
cumple
feliz.

martes, mayo 25, 2010

El bicentenario

Nada, eso. Que a veces me da la sensación que todavía no nos acomodamos como país.

jueves, mayo 06, 2010

Cómo volver de Roma cuando estalla un volcán en Islandia


Después de una semana en Florencia, estudiando el Renacimiento con la facultad, había que volver a Berlín, ciudad que recordaba gris y fría. Abandonar el aceite de oliva, los paninis, el tomate cherri, la regia rúcula, los helados y la pizza de verdad (no esa porquería gomosa con pepinillos) fue complicado. Ni hablar del clima.
Primero había que ir a Roma, el jueves 15, y esperar hasta las 8 de la noche. La mayoría del grupo de mi facultad se fue ese día. Yo me quedé hasta el día siguiente, por un cambio de planes que al final no resultó. Otras amigas de la facultad habían arreglado para quedarse todo el fin de semana, así que decidimos juntarnos el viernes al mediodía a comer algo y charlar.
Estaba saliendo de Ciudad del Vaticano y me llega un sms de Una, que dice dónde encontrarnos y al final pregunta "vas a volar? por el volcán". ¿Qué volcán? "estalló un volcán y se cancelaron muchos vuelos por las cenizas". Cuando estaba caminando para encontrarme con ellas, me llama Diego y me dice que mi vuelo se había cancelado. "Apurate, porque hay un lug
ar en un vuelo que sale mañana a la mañana". Por supuesto, cuando llegué ya se había tomado. Conseguí sólo para el domingo 18 a la noche. No quería quedarme tanto, realmente no tenía ganas. Hacía tres semanas que estaba viajando, y ya quería volver. Diego estaba en Berlín hacía cinco días.
Así que armé mi valija igual, y me fui a Roma Termini.
Veinte minutos de fila, y me dijeron lo mismo que decía un cartel antes de entrar en la cola: no hay pasajes para el norte de Europa hasta el 20 de abril.
Los días pasaban y los vuelos se cancelaban de a montones. Lo que empezó como un "buen, me quedo un fin de semana en Roma", terminó siendo "me quiero ir a la mierda de esta ciudad, que alguien me saque de aca por favor". Porque los vuelos se siguieron cancelando hasta el martes a la noche.
Muchos me dijeron "bueno, disfrutá de Roma".
No. A ver... no.
No está bueno. No está bueno tener una bolsa llena de ropa interior sucia, no está bueno que el único jean que podés usar tiene olor a algo feo, no está bueno mantener el nivel de gastos de las vacaciones. No. Tampoco tenía ganas de salir a ver cosas, así que me quedaron muchas cosas sin conocer.
Como éramos varias personas de la facultad que todavía estábamos en Roma, se organizó una vuelta en grupo. Nos tomamos un tren hasta Bolzano (norte de Italia), y ahí nos encontró Lars, que nos llevó en auto hasta Berlín. Salimos de Roma a las 9:40 am, llegamos a Berlín a la medianoche. Fue un viaje largo, pero estuvo divertido... comimos chocolates y bailamos hip hop en el asiento de atrás.