viernes, octubre 29, 2010

Sobre los proyectos

A mi me costó retomar. En Berlín desarrollé un proyecto de corto documental, presenté la propuesta en la facultad y lo aceptaron. Me lo financiaron y me prestaron los equipos. Salí a filmar a la calle, al subte, al tranvía, hice entrevistas. Lo puse en mi CV, en estado de postproducción. Lo llamé Ausländer, que quiere decrir "extranjero" en alemán. Y desde que llegué no lo volví a mirar. Me parecía que estaba feo, que los planos no eran copados, que no estaba bien filmado, etc. Un día volví a mirar el material. Y me gustó. Y se me ocurrieron ideas y empecé a armar algo. Así fue que edité el trailer, con la ayuda de Diego. Acá lo posteo. Fue muy bien recibido. Yo, por mi parte, me maravillé con los geniales resultados de no abandonar mis propios proyectos.

lunes, octubre 25, 2010

Yo adivino el parpadeo

A veces pienso en mi como una extraña que tiene y cuenta mil historias, imagina tramas, amoríos secretos, encuentros fugaces, ventanas, encuadras. Saca fotos de rollo de pura nostalgia, o porque cree en la magia o le quedan algunos pocos objetos sagrados.
Me contó que volvió y buscó en ciertas personas amigos que había dejado hace un tiempo. Que algunos encontró como siempre, que otros encontró mejor, que algunos ya no estaban. Se habían transformado en tormentos del tamaño de un vaso cervecero, una botello de litro o un balde. Me dijo que de esas nubes llovían preguntas sobre quién era ella, si hacía bien, qué esperaba después de todo. Y de aquel grupo de amigos, le pregunté, de aquella dinámica colectiva, de aquella risa contagiada, de esa sensación de pertenecer, dónde están esos. Había vuelto, me dijo, a una de sus reuniones. Se había sentado en la silla con otros que ahora sentía cercanos. Estaba nerviosa, fumaba cigarrillos prestados y hablaba rápido.
Me contó que fue como la huerta de su abuelo. La última vez que fue a visitarlo le preguntó cómo la traía, y fue a ver en qué estado estaba. Ella solía ayudarlo a mantener las plantaciones sanas cuando era chica y hacía mucho que no pisaba esa tierra. La huerta ya no estaba en el cuadro del molino, ahora quedaba al lado de la cabaña. No había papas, pero había muchos zapallos. Tampoco zanahorias o frutillas. Los tomates seguían ahí, pero eran más cortas las filas y estaban desprolijos. Los arregló, para que no se pudriera el fruto. Sujetó las ramas a las cañas, ajustó hilos de plástico verde, enterró bien las guías. Realmente todo había cambiado, sólo algunos rastros quedaban de la vieja huerta. Eso, y la tierra, que nunca dejó de ser buena. Siempre podría sacar de ella lo que quisiera.

jueves, octubre 21, 2010

Algunos Sims trabajaban de chorros también. Entre las 00 y las 6 AM.

Antes de ayer, Padre se rió de lo que le dije. Me había preguntado qué hacía (yo estaba sentada en la compu) y yo le contesté que buscaba trabajo. Seguido le pregunté de qué se reía, y me habló de una diferencia generacional, de que ahora se busca trabajo con la computadora. O La Máquina, como suelen llamarla él y Madre.
Recién estaba en Bumeran y no sé porqué me acordé de cómo los Sims buscan trabajo. Si tenías plata, estaba bueno comprarte una computadora, porque cuando lo ponías a buscar trabajo, había tres ofertas por día. En el diario creo que había una sola. Y si el chaboncito aceptaba la oferta laboral (?), empezaba a trabajar al día siguiente. Quiero ser un Sim. Quiero ser un Sim y juntar plata rápido y remodelar mi casa y tener una parilla para barbacoas, que me asciendan en el trabajo y ganar más plata y trabajar menos horas, hacer fiestas en mi wachi casa, hundir el terreno, levantar colinas y comprar cisnes de plástico para decorar el jardín. Ah... the good american life, yes sir.

viernes, octubre 15, 2010

viernes, octubre 08, 2010

The bright lights

Andrea C. va a ser la estrella de un comercial para la televisión ucraniana de la marca de chocolate Korona. En la sala del estudio, rodeada de personas y arriba de unos tacos de diez centímetros, se ajusta el vestido rojo que tendrá que usar. La maquilladora pasó cuarenta minutos en su cara y el peinador le dejó una cabellera de película. Parece Jésica Rabbit. Es más alta que todos en esa habitación, salvo el galán, que le saca media cabeza. La directora acomoda telas, imagina drapeados. Ponen y sacan alfileres. Andrea C. camina hasta el segundo estudio y a los mirones se le suman todos los de la agencia. Se pone y se saca vestidos rojos. Se para al lado del galán, frente a la luz blanca. Le acomodan el pelo. Andrea C. se cambia el vestido, prueba el segundo vestuario. Ahora tiene una trenza. Andrea C. habla mucho por celular, le cuesta conseguir un pasaje para volver a su ciudad. Habla con un amigo, él le dice que las ventanillas del micro están de paro. Andrea C. vive en una ciudad al lado de San Nicolás.
Andrea C. está preocupada. Quiere volver a tiempo porque al día siguiente es el cumpleaños de su hija. Le prometió que le iba a cocinar todo ella. Le va a hacer empanaditas y esas cosas. Dice que se va a tener que quedar toda la noche cocinando. Andrea C. se apartó un pedazo de tarta de pollo y huevo a la una y media de la tarde y no dió bocado.
Son las cinco de la tarde. Andrea C. se bajó de los tacos. Está en calzas, musculosa y sweater. Tiene unas zapatillas de lona. Pide que le manden un taxi, que se va a Retiro. Come la tarta mientras habla por celular.

En la calle la gente verá pasar una chica común, más o menos alta, con unos ojos azules deslumbrantes y un pelo divino, con sombras de color en la cara, en la cabeza pensando lo que necesita para el relleno de carne.

miércoles, octubre 06, 2010


A veces me duermo 
sobre una ventanilla pública 
sueño con ciudades 
al abismo de la selva
y después