miércoles, febrero 15, 2012

Carnaval toda la vida

Estoy trabajando en una semana especial de carnaval para el Facebook de Fundacíón YPF. Va a estar bueno, con distintos contenidos que invitan a los seguidores a participar y anclan en ciertos puntos con la producción cultural que tenemos en la fundación.
Hacer esto me llevó a pensar mucho sobre el carnaval, su historia y trayecto en nuestro país. El festejo es una buena síntesis de los ritos prehispánicos y las costumbres que trajeron los españoles cuando se propusieron conquistar estas tierras. Así, entré a esta página, que resume cómo se vive el carnaval en los principales destinos argentinos.
Y como buscando se encuentra, y cuando las fechas mandan, las energías confluyen alrededor de las mismas ideas, el domingo encontré esta nota en la Viva. Tiene un fotorreportaje buenísimo y un artículo muy concreto sobre el significado del carnaval, las formas del festejo y los extranjeros que todos los años desembarcan para la misma fecha.

miércoles, septiembre 07, 2011

viernes, septiembre 02, 2011

Un domingo a la tarde me encontré con los '90




Son cosas que pasan. Vas a la feria de antigüedades, conseguís una revista El Hogar de la década del '30 y cuando volvés, entre mate y galletitas, tu mamá te da este album de plástico acolchado bordó. Lo abrís y está todo: la escuela privada, la pública, el cumpleaños n°90 de mi bisabuela, las medias adentro de las zapatillas deportivas, subidas hasta la rodilla, el pelo todo para atrás para que se vea la cara, el rouge, las maracas, el fuera de foco, el flash y ese inevitable color de país post soviético que tiene todo cuando miramos para atrás.

viernes, agosto 12, 2011

Invierno

Un sábado a la tarde de frío y sol en la cara. El rose casi imperceptible de un copo de nieve en la mejilla. El viento. La nariz fría. Llegar a casa y sentir calor. Tomar sopa. Ver una peli. Pararme frente al hogar. El olor del fuego. Caminar mucho los domingos de sol y frío. Tener algo en los pies para no pisar los azulejos fríos cuando me levanto. La ciudad vestida de blanco. Un baño de inmersión caliente. Una toalla tibia. Del invierno me gustan muchas cosas que no son el frío, pero que lo necesitan para poder ser. Como Invierno de Vivaldi. La escuché una vez hace muchos años y dije que era mi preferida de las estaciones. Estaba segura, aunque ya no recordaba porqué. Hoy la encontré de nuevo, rastreando a la violinista Francesca Dego.


lunes, agosto 08, 2011

Las Chicas de Varela

LCV es un laboratorio geológico y petrofísico fundado por Claudia, Silvia, Patricia, Silvia Luisa, Margarita y María Luisa. Todas comenzaron su carrera en YPF. Contacté a Marilú para contarle la iniciativa del Archivo, preguntarle si quería participar. Y me encontré con una historia increíble: mujeres profesionales atravesadas por la historia de una compañía que se transformó tantas veces. Me mandó un documento con la historia de su laboratorio, que hoy emplea a 50 personas. Entre las líneas estaba esta foto, es de esas que me fascinan: capturan un instante, congelan la acción y transmiten movimiento al que la ve. No conozco a María Luisa personalmente, pero seguro que cuando hablemos me va a contar una historia genial.
 
"En abril del 92 éramos seis geólogas solas, más alguna panza creciendo. Teníamos un solo trabajo solicitado por una mano amiga. Los primeros meses fueron de angustias económicas, de poca experiencia en las tareas independientes y empresariales. Nos faltaba una computadora: una madre generosa nos hizo un préstamo que permitió adquirir la primera PC. Con bebés a cuestas, sin secretaria, sin apoyo técnico ni administrativo, con escaso instrumental, turnos rotativos para optimizar la poca capacidad instalada… Trabajamos jornadas de 12, 13, 14 horas, en ocasiones madrugadas. No lográbamos la apertura de una cuenta corriente en ningún banco, en ese momento todas las instituciones nos dieron la espalda. La excepción fue un banco extranjero.  Tuvimos que explicarle detalladamente al gerente nuestro innovador emprendimiento con “piedras” (no preciosas) y petróleo. Así logramos la apertura, a partir de una visita del incrédulo funcionario al improvisado laboratorio. Luego vinieron algunos viajes, abandonos transitorios a la familia, a los hijos [...]".*
*Un pedacito de la historia de Las Chicas de Varela.

viernes, agosto 05, 2011

Estoy re escribidora

Felicidad plena.
En Facebook publiqué el link a mi blog marianarra. (Acá hay algo de narrativa, pero digamos que allá es exclusivamente eso) ¡Revivió! Lo publiqué con la frase "no estoy muerto aún, más bien loco de atar", de la canción del musical "Spamalot", de Monty Python. Dejo pegado el video. Cuando pienso en mi capacidad para escribir, que muchas veces pongo en duda, es un poco eso: que no me muero, sino que me vuelvo cada vez más loca.



Perdón, no lo encontré en castellano.



Nada más que decir. Lean y comenten.

jueves, julio 28, 2011

La historia de la tecnología hiperdesarrollada que se vuelve contra el hombre

Hoy es un día terrible para andar en ascensor. A la mañana el bicho que sube y baja simplemente no venía. Creo que el de al lado estaba roto y el que andaba lo solicitaban todos. Antes que perder el tren, preferí bajar por la escalera. Por supuesto, me encontré en planta baja a uno que bajaba del ascensor, y lo miré mal, porque si loco, me la vivo llamando al bicho bajador y no viene.
Hace un rato, en el trabajo, estaba en el ascensor yendo del piso 17 al 25. En una parte del trayecto, se frenó y se apagó la luz. Éramos fácil diez personas adentro. Me asusté: le tengo miedo a la oscuridad. Se esuchaban algunos resoplidos, breves fastidios de personas que reducían el hecho: hay diez personas encerradas en una caja de metal a oscuras en suspensión a la altura de un piso 23. Cuando se prendió la luz, dije un permiso fuerte (porque estaba en el fondo), me dejaron pasar y me bajé. Una mujer que me siguió dijo algo, yo le respondí que soy claustrofóbica. Eso es cierto, pero además queda mejor que confesar mi miedo a la oscuridad. Subí los dos pisos que quedaban por la escalera. Después tuve que bajar de nuevo (maldito centro de copiado en el piso 17!), y se me cerró la boca del estómago de pensar que tenía que tomar el ascensor. Soy re sintomática. Apreté el botón para bajar. No se prendió la luz que se prende siempre cuando pedís el ascensor. Esperé un ratito hasta que la mala espina se terminó de hundir en mi piel, salí del hall del bicho que sube y baja y tomé las escaleras, 8 pisos abajo. Aún tenía que volver. Un ascensor que subía tenía la puerta abierta. Era el de carga. "¿Puedo tomarme este?", pregunté. Me dijeron que ningún problema.
Ahora estoy en mi escritorio. La pregunta es: cuando tenga que salir, ¿andará el bicho? ¿Estará de humor? Mirá que son 25 pisos... ¿Vendrá Neo a salvarme de la revolución de las máquinas? Yo quiero una cita con el Creador, viejo. Así no puede ser. ¿Mirá si un día se retoba la máquina que registra el ingreso? ¿Y pone que entré a las 10 y salí a las 14? O si se retoba la máquina del café. Y empieza a escupir café, después te tira un chorro de leche caliente en los ojos, te escupe azúcar en el óido y te tira Nesquick en los zapatos. Después salís a tomar aire al jardincito, agobiada por el ataque, y te come un ejército de hormigas. Entonces llevan el resto de tu cerebro aún consciente a su guarida y te das cuenta que es verdad, existe una hormiga gigante que maneja a todas las demás. Tu cabeza se da cuenta que el fin está cerca, pero no puede hacer nada, porque le falta el resto del cuerpo. Hay que tener cuidado con estas cosas. Porque cuando las máquinas y las hormigas se complotan, la historia de la Humanidad como la conocemos puede llegar a su fin. Posta.