domingo, agosto 29, 2010

Y me pregunto qué es dormir

Algunos días me ataca un mal humor atroz. Se puede desencadenar por muchas razones: una cosa, una actitud, un dicho. Y me cuesta desmalhumorarme. Lo mismo sucede cuando por una razón, me bajoneo. Últimamente me pasa por que me cuesta encontrar trabajo. Está todo medio parado, y nadie parece necesitarme para nada. Es difícil, pienso, pasar de un escenario de plena ocupación, con trabajo, estudio, a la plena desocupación. El tema es cómo salir de esos estados de humor.
Yo duermo. Se me hizo claro que aplico el sueño como cura cuando una tarde le dije a Luzie "Yo voy a dormir un rato, porque estoy de mal humor, y quiero que se me pase. Y después vamos a [tal lado]".
Como si en el bajón dejara de pisar firme y me hundiera en mi propia persona, en un hoyo oscuro, porque de pronto se acabó el piso, y caigo, caigo, corto el aire al caer a plomo, y de pronto mi conciencia dormida pega un manotazo y alcanza la mano que casi se escapa. Envión como un látigo y ¡plac! piso tierra firme. Despierto. Estoy en el colectivo. Luzie me mira. "You fell asleep again", me dice. "Yes, I feel much better now".

miércoles, agosto 25, 2010

Distinto

No entiendo qué tiene que ver Diego Torres con una guitarra eléctrica empapelando todo Buenos Aires. Diego Torres con una guitarra eléctrica haciendo un comercial para la caspa. Diego Torres con una guitarra eléctrica.

domingo, agosto 22, 2010

Hace poco escribí un cuento. Yo no estoy segura de cómo suceden esas cosas. De lo que tengo plena certeza es que en un momento completamente azaroso, una oración bimembre o unimembre se mete en mi cerebro, una idea germina, y luego existe el cuento.
Hace poco escribí un cuento sobre una chica que se equivoca de colectivo, y en vez de ir a la casa que comparte con el novio, se va a la casa de los padres y ahí descubre que el tiempo tiene otra dimensión y que su familia está un poco loca. La chica luego deberá pasar por otras cosas antes que la puerta se abra y le de paso a su departamento.
El cuento lo escribí para llevarlo al taller de Vir. Y como ese día no lo pude leer, y quería saber si estaba bueno o no, lo empecé a pasar a diferentes personas. A mi me gustaba, pero pensaba que había que corregirlo un poco. A Diego le gustó mucho. A Facundo, mi hermano también, pero me preguntó si eso era realmente lo que yo pensaba de él. Bueno, no. Claramente que no. Lo que hace el hermano en el cuento es funcional a todo lo demás: ¡la familia está loca! Luego de leerlo en taller, y de que tuviera una buena recepción, tuve una idea peor: mostrárselo a mi papá. Cuando me lo devolvió me preguntó si yo realmente me sentía así en mi casa. Que la escena donde se encuentra con su familia era muy violenta y si yo realmente me sentía así. ¡No! Claramente mi familia no pudo despegarse del psicoanálisis del cuento, en otras palabras, de ver qué pasa por mi cabeza a través de esas palabras.
Un acto creativo es, por lo general, inexplicable racionalmente. Esa es su esencia. La creatividad tiene lugar cuando la racionalidad de una persona se deja de lado y no reprime las ocurrencias un poco locas, un poco mágicas, de la mente. Si yo me voy a poner a pensar qué va a decir mi padre cuando lea el cuento, claramente no voy a escribir nada. Me dio pena que no pudieran despegarse de la lógica, del análisis lineal de lo que leyeron. Sentí que tal vez no les podía mostrar todo lo que escribo. Con Diego no me pasa lo mismo. Jamás me cuestionó por las cosas que escribo. En mi casa, en cambio, escribir la propia experiencia, la abstracción, la mezcla, el invento y el juego pasan desapercibidos.
Un adelanto de porqué a veces siento que no encajo en mi casa.

lunes, agosto 16, 2010

Volví. En serio.

No es volver y punto. Como tampoco fue me voy y punto. Y escribo esto hoy, porque me parece que recién volví hace unos días. Antes estaba en un estado limbático, en un cortocircuito mental que evolucionó en salto de un escalón a otro, que ahora me doy cuenta por suerte estaba más alto. En otras palabras, crecí. Padre me dijo el otro día que estaba linda. Luego, cuando ordenaba los platos en el lavavajillas, se acercó y me aclaró: "¿Sabés porqué? Tenés cara de mujer".